El arte de la arquitectura se diferencia de las demás artes por su aplicabilidad o funcionalidad en la vida cotidiana. La actualidad ambiental demanda que el arte de la arquitectura sea integralmente sostenible. (Ver «Arquitectura Sostenible»)
En su componente social y económico, la arquitectura sostenible busca mejorar las condiciones de vida del ser humano. En el ambiental, las acciones se han enfocado en la conservación, más que en la restauración.
La arquitectura juega un papel fundamental en el desarrollo de la sociedad y la preservación del planeta. Los estudios, avances científicos y tecnológicos han dado muchas herramientas para trazar el camino hacia una convivencia en armonía con la naturaleza, pero falta mucho por hacer para lograr una conciencia colectiva del ser humano para no solo cuidar a la madre naturaleza sino restaurar los vínculos rotos en los últimos siglos. Se debe pasar de la inspiración en la naturaleza a la acción restaurativa del hábitat sostenible, renaturalizar nuestro modo de vivir. (Ver «renaturalización»)
Puede sonar utópico, pero es una alternativa al alcance y en el mundo ya se evidencian iniciativas, experiencias e innovaciones en ese sentido. Ya no se trata sólo de hacer el menor daño posible, o medir y hacer uso racional de los recursos naturales para el desarrollo, se trata ahora además, de implementar estrategias que permitan renaturalizar nuestro hábitat y disfrutar la vida en armonía con la naturaleza.
Renaturalizar nuestros hábitats exigen un replanteamiento de los procesos tradicionales de diseño arquitectónico y construcción. ¿Es un trabajo exclusivo de arquitectos? No. Uno de los problemas de la práctica actual es creer que la arquitectura es una profesión que se desarrolla independiente de otros campos del conocimiento y sectores productivos, cotidianamente vistos como ajenos. ¿Qué pasaría si todos los arquitectos concibieran siempre sus proyectos junto con profesionales en ecología o biología?, ¿si en sus procesos creativos se plantearan condiciones de diseño más allá de la incidencia solar, las visuales o la estética?. ¿Estarían dispuestos a asumir el reto de cómo darle refugio a los murciélagos si ya no estará el árbol que los alojaba?, ¿o cómo permitir el flujo de la vida en un corredor ecológico si el proyecto arquitectónico lo interrumpirá?, ¿cómo renaturalizar entonces? Si bien las respuestas pueden ser complejas como variadas, el ser humano ha conseguido mucho cuando se lo propone y hoy día existe conocimiento, experiencias exitosas y tecnología para implementar estrategias encaminadas a restablecer vínculos naturales en cualquier intervención antrópica.
Renaturalizar nuestros hábitats exigen un replanteamiento de los procesos tradicionales de diseño arquitectónico y construcción. ¿Es un trabajo exclusivo de arquitectos? No. Uno de los problemas de la práctica actual es creer que la arquitectura es una profesión que se desarrolla independiente de otros campos del conocimiento y sectores productivos, cotidianamente vistos como ajenos. ¿Qué pasaría si todos los arquitectos concibieran siempre sus proyectos junto con profesionales en ecología o biología?, ¿si en sus procesos creativos se plantearan condiciones de diseño más allá de la incidencia solar, las visuales o la estética?. ¿Estarían dispuestos a asumir el reto de cómo darle refugio a los murciélagos si ya no estará el árbol que los alojaba?, ¿o cómo permitir el flujo de la vida en un corredor ecológico si el proyecto arquitectónico lo interrumpirá?, ¿cómo renaturalizar entonces? Si bien las respuestas pueden ser complejas como variadas, el ser humano ha conseguido mucho cuando se lo propone y hoy día existe conocimiento, experiencias exitosas y tecnología para implementar estrategias encaminadas a restablecer vínculos naturales en cualquier intervención antrópica.
Quizás un punto clave es el aprovechamiento del reino vegetal como base para la restauración en los proyectos arquitectónicos. El diseño del paisaje ha venido considerando criterios restaurativos del ecosistema, más allá de los tradicionales aspectos estéticos y funcionales dentro la urbe. Fortalecer las especies nativas e incorporar de manera adecuada las naturalizadas o introducidas exigen conocimiento y experticia que eviten perjuicios en el ecosistema. Lograr una base vegetativa propiciaría la presencia de insectos que nutren el ecosistema hasta lograr la repoblación con otras especies. Tener mayor conocimiento en este tema y lograr conciencia en crear y vivir en espacios biofílicos, con vegetación especialmente local, puede ser el camino para una relación armónica con la naturaleza.
Otro aspecto clave para la renaturalización es la educación del ser humano, sentirse y concebirse parte de la naturaleza, no ajeno a ella ni superior a las demás especies. La convivencia con animales silvestres en el campo, en las ciudades y jardines de las viviendas puede ser armónica y una oportunidad para disfrutar la maravilla de la naturaleza. Se han estigmatizado en nuestros entornos construidos a especies de animales como las zarigüeyas, las serpientes, los murciélagos, entre otras, al punto de eliminarlas por creerlas una amenaza, por algún motivo. La arquitectura del hábitat, que renaturaliza, tiene un rol en esta transformación de pensamiento, no sólo con su solución proyectual misma, sino con la directriz de uso de esa obra construida y la relación del usuario con el entorno a lo largo de su vida.